Diez canciones de un álbum bastan para un manifiesto artístico. A Joni Mitchell la atravesaba además un profundo dolor cuando escribió las de su disco Blue, de 1971. Madrina de Woodstock y mimada en la cofradía del folk; y mas tarde aceptada con todos los honores en el selecto club del jazz fusión. Son solo postales de una cantautora y artista plástica tan prolífica como escurridiza a las etiquetas que se le despegan.
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